El abanico
de circunstancias que rodean a un alma humana, y su posición frente a esas
circunstancias, es lo que revela su lugar en el nivel de conciencia y en el
Sendero.
Las “circunstancias” son el ‘aparente’
mundo exterior en el cual ‘la burbuja álmica’ tiene su existencia como
‘personalidad humana’.
Esas ‘circunstancias externas’ son el
abanico de emanaciones álmicas, las cuales tienen su raíz y causa en la Ley de
Karma. (*)
Karma es “rueda de acciones-reacciones”,
causas que determinan efectos, los cuales se convierten en causas…, y así
sucesivamente hasta alcanzar un fin. El fin del Karma es la total COMPRENSIÓN o
SABIDURÍA.
Toda la larga cadena de
reencarnaciones del alma humana a través de sucesivas personalidades, con sus
innumerables y complejas “acciones-reacciones”, forman parte de un proceso que necesita ser completado,
y todo esto está regido por la Ley de KARMA. (*)
El karma finaliza, o bien,
ya no se genera más, cuando la Sabiduría ha llegado. Sabiduría es SER, sin ego.
Esto comienza con la toma de consciencia de la ilusión del yo personal. A
partir de allí, en un estado de permanente alerta, la Conciencia permanece sensiblemente en la
Unidad de la Vida, desapareciendo el centro ilusorio del “yo”, con o cual el
karma ya no tiene de donde asirse, debido a que la “acción-reacción” necesita
de la dualidad “sujeto-objeto”, la cual con la sensibilidad a la UNIDAD ha
llegado a su fin.
Pero hasta que este estado
de SER en Libertad, Paz y Unidad no llega, o bien, no está aún plenamente
consciente, el alma manifiesta en torno de su personalidad un “abanico” de
circunstancias cambiantes que obedecen a su nivel de conciencia y a las
creencias, la mayoría subconscientes, en el individuo.
Lo
que se llama ‘mundo exterior’ es tan solo la proyección álmica-kármica y de una
región oculta de la mente del hombre; (aquí se emplea la palabra “subconsciente” para
referirse a esa zona).
Cuando el ser humano nada ve
de todo esto, culpa por sus desgracias a “lo externo a él”, culpa a los demás y
a las circunstancias, o a la “mala suerte”…, y suele atribuir a la “buena
suerte” sus aciertos y ganancias. No ve aún que ‘lo externo’ es proyección o
‘continuidad’ de su mundo interior.
Una de las características
del hombre que se convierte en “Discípulo” es que, ya consciente de estos
conceptos, se responsabiliza del mundo que le rodea, trabajando en sí mismo
para lograr modificaciones benéficas en su mundo, y comienza a sentir un
llamado interno (Dharma, o ‘Ley del Deber del alma’) a trabajar para que otros
puedan beneficiarse también de estas de comprensiones.
Cuando el Principio de
Unidad comienza a manifestarse a consciencia en el peregrino, este empieza a
comprender que lo interno y lo externo son lo mismo, y que, en todo caso, lo
que se llama “exterior” es la proyección materializada, siempre fluyendo, de su
mundo interior.
Es en este mundo interior,
de la mente y el alma, donde están las causas de todo lo que el individuo vive
en su vida. Cuando esto es entendido y aprehendido, el individuo comprende por
vez primera que el “trabajo sobre sí mismo” es vital; penetrar en su mundo
interno será de fundamental importancia por que es allí donde están los
obstáculos que se manifiestan en la vida física y espacial como trabas,
enfermedad, dolor, pérdida, soledad, etc. Las causas de sus desgracias, así
como de sus aciertos y de su fortuna, están en su propia mente subconsciente y
se llaman “CREENCIAS”, y en su alma y se llama “KARMA”.
Las ‘creencias’ y el ‘karma’
se relacionan estrechamente, pero la raíz de la segunda es más profunda que la
raíz de la primera.
Penetrando en la mente y
cambiando allí las creencias limitantes y no saludables puede modificarse gran
parte de la realidad de la vida personal. En cuanto al Karma, también es
posible, con la entrega, penetrar en esa región más profunda para su conocimiento;
y también es posible acceder, en parte, por otros medios (lo cual no significa
que sea lícito hacerlo…).
Karma es lección de
aprendizaje álmico, por lo tanto, no es inteligente considerar que deba
borrarse o cambiarse a voluntad y gusto personal, como algunos estudiantes
deficientemente instruidos piensan. Lo más sensato es aceptar las Leyes de la
Vida, de las cuales el Karma es una de Ellas, y aprender de las mismas, para
comprender lo que es necesario comprender. Porque no debe el chela olvidar que la verdadera liberación de todo karma es la
COMPRENSIÓN, y todo lo que, por rectos medios, ayude a la COMPRENSIÓN es
lícito y deseable.
Por lo tanto, no se deben
buscar ‘métodos’ para liberarse del Karma (del peso del ‘mal karma’), porque en
la raíz de esa misma intención hay ignorancia. El camino en cuanto al karma es
aceptar, observar y aprender.
En lo que sí puede trabajar
el estudiante es en las creencias que guarda en la mente subconsciente. Cuando
este trabajo es diario y eficaz, incide en capas más profundas, donde la raíz
del Karma se halla. Esta manera de llegar al karma, a través del trabajo
interior, que comienza con el AUTOCONOCIMIENTO, es posible y sin peligros.
El Sol dio en esta
oportunidad pautas para reconsiderar ciertas acciones respecto del “Trabajo
Interior” que algunos aspirantes malinterpretan, intentando cambiar y modificar
lo inmodificable (al menos, en el tiempo y forma en el que lo intentan). Solo
un necio pelea contra las Leyes de la Naturaleza Espiritual.
Inteligente es, en cambio, reconocer
cuál es el verdadero “Trabajo Interior”, ver qué es lo que SÍ está al alcance
del estudiante.
Para cambiar algo, hay que
conocer muy bien primero aquello que se desea cambiar, conocer su lugar dentro
del Esquema Mayor, y saber si es propicio y/o posible cambiarlo.
Cada cosa tiene su lugar y
su tiempo bajo el Sol espiritual. Comprender esto es Sabiduría, algo de lo que
adolece vuestra Humanidad.
Procurad no caer en errores,
por falta de estudio y entendimiento.
La Instrucción es el camino
recomendado.
Estas transmisiones en esa
vía viajan…
PAZ
(*)
Existen también otras Leyes, además de la del Karma, por las cuales el alma
puede emanar circunstancias en su derredor, como la Ley de DHARMA, que es
Servicio, pero es necesario superar el “grueso” de energías de creencias y de
karma para que esta LEY haga notar su influencia en la vida del hombre.
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